Somos las feministas sobre las que nos han advertido las mujeres* — Traducción

Traducción no-oficial a la introducción de Feminist Practice: Notes From the Tenth Year, un libro sobre el movimiento feminista radical y sus orígenes del año 1979. Escrito por Jessica York, Diana Leonard, Corine Liensol, Gail Chester, Jane Warrick, Amanda Sebestyen, Rob Henderson y Reema Pachachi.

Solía ocurrir que ningún grupo de liberación de las mujeres que se preciase podía escribir u organizar nada sin presentarse, de modo que las otras mujeres pudiesen identificar a las mujeres implicadas y que les fuese más fácil localizarlas y juzgar lo que estaban diciendo. Pero últimamente esto ha pasado de moda…

Sin embargo, nosotras sí queremos empezar diciendo algo sobre nosotras mismas: quiénes somos, cómo nos unimos, qué hemos estado discutiendo juntas y qué nos gustaría discutir con un grupo más amplio y, finalmente, hacia dónde esperamos estar yendo. Sabemos, por supuesto, que lo que elegimos decir de nosotras mismas y nuestra posición política es sólo una imagen parcial, pero esperamos que sea un inicio honesto.

El grupo que produjo estos panfletos para un taller en el White Lion Free School, en Londres, en abril del 79, surgió después de la conferencia National WL en Birmighan en 1970, desde un sentimiento de desesperación por sentir que ninguna de las facciones más evidentes y con más voz del pleno representaba las políticas de muchas mujeres en Women’s Liberation.

Nuestras primeras quedadas ocasionales fueron las de un grupo un poco cambiante de amigas que queríamos disponer desde cero aquello que era positivo de nuestras políticas y darnos apoyo mutuo. Fue un periodo en el que algunas de nosotras que estábamos muy comprometidas con el movimiento y que habíamos sido activas en él durante un largo periodo de tiempo estábamos sintiendo la necesidad de reafirmarnos en que tenía algún sentido seguir con ello.

El grupo se desarrolló poco a poco, con la adición de algunas mujeres que no habíamos conocido antes pero que estaban interesadas en lo que se estaba diciendo, y con la salida de unas pocas de las participantes originales. Nuestro interés principal ha sido discutir qué está pasando en el movimiento e intentar analizar juntas las fuerzas y debilidades de los cambios que podemos apreciar. Todas hemos acordado que nos llamaríamos a nosotras mismas feministas radicales y que queremos hacer algo con respecto al hecho de que sentimos que nuestras políticas se han perdido, se han vuelto invisibles, en el estado actual del WLM [Movimiento de Liberación de las Mujeres].

Sentimos que esto era en parte culpa del propio feminismo radical, ya que en Inglaterra no hemos escrito muchos para nosotras mismas, concentrándonos en la acción, y de este modo hemos sido definidas (¿difamadas?) por otros/as por defecto.

Sentimos que el feminismo radical ha sido una, si no la, fuerza principal en el WLM desde el principio, pero conforme las facciones empezaron a emerger no han sido habitualmente las mujeres que se llaman a sí mismas feministas radicales las que han definido el feminismo radical. Durante mucho tiempo ha sido usado como insulto para acorralar esos aspectos de la WL [Liberación de las mujeres] que dan miedo a aquellas a las que les preocupa la aceptabilidad de los hombres, aquellos aspectos que más amenazaban su imagen de respetabilidad. Las feministas radicales se convirtieron en un objeto social de escarnio del que esas mujeres y hombres podían por lo tanto, desvincularse. (Hoy en día este velo ha caído sobre las Feministas Revolucionarias y el feminismo radical o está sujeto al feminismo revolucionario o es ignorado por completo.)

Debido a la naturaleza fluida de nuestro grupo, no todas las que seguimos implicadas en él se sintieron capaces de contribuir activamente a la organización del día de la conferencia. Pero aquellas de nosotras que escribimos los panfletos y reservamos el local, sentimos que la jornada era una manera de reafirmar algunos de los principios importantes de la Liberación de las Mujeres que sentimos que están siendo ignorados, tratados por encima o vistos como ya no necesarios — con nefastas consecuencias.

Las que somos responsables de esta quedada – Jessica York, Diana Leonard, Corine Liensol, Gail Chester, Jane Warrick, Amanda Sebestyen, Rob Henderson y Reema Pachachi – somos de varios contextos (clases, colores y sexualidades), tenemos distintos estilos de vida (vivimos solas, en grupo, con o sin hijas/os) y hemos estado en el Movimiento de Liberación de las Mujeres de 10 meses a 10 años. Estamos activas de manera variada en distintos grupos de trabajo de mujeres en la actualidad, en el Women’s Research and Resources Centre y sus grupos de publicación, en el Spare Rib Collective, el grupo de apoyo de Reclaim the Night, en Women Against Imperialism, el comité de mujeres de la British Sociological Association, en publicaciones feministas, Women in Print y en un grupo musical de mujeres.

Así que, ¿qué entendemos por principios básicos de la Liberación de las Mujeres? ¿Y como pensamos que diferimos de las otras? Esto último es difícil, porque ninguna tendencia en el movimiento de liberación de las mujeres tiene una línea establecida, consensuada y rígida (no hay dirigentes) y las líneas cambian. (Por ejemplo, algunos de los escritos para la reciente conferencia feminista socialista — marzo de 1979– adoptaron lo que vemos como actitudes feministas radicales, muchas de las cuales las feministas socialistas como conjunto, y especialmente aquellas alineadas a grupos de la izquierda, estuvieron despreciando abiertamente hace 2 años.)

Pues bien, después de discutirlo, aquí están algunos de los principios de los primeros días de la Liberación de las Mujeres que todavía pensamos qué son muy importantes:

— Todas las mujeres comparten una opresión común. La mayor diferencia entre mujeres y hombres (además de los genitales) es que las mujeres tienen una opresión específica en la cual los hombres son los opresores. Los hombres no comparten esta opresión con las mujeres, sino que se benefician de ella.

— El movimiento de liberación de las mujeres tiene que ser independiente de los hombres. Un movimiento de las mujeres tienen que trabajar su propia estrategia política independiente. No pueden haber hombres en el movimiento de ninguna manera.

— Solo las personas que sufren una opresión son capaces de hablar sobre ella: solo ellas pueden describir la experiencia y solo ellas pueden producir análisis que no se queden cortos.

— El «lo personal es político» significa que nuestras experiencias personales diferentes tienen un enlace: la opresión de todas las mujeres. En los grupos de liberación de las mujeres agrupamos nuestras experiencias para encontrar sus raíces comunes en nuestra opresión común. Este proceso es llamado autoconciencia [o elevación de conciencia, conciousness-raising]. No debe confundirse con terapia, la cual busca aportar soluciones individuales a problemas individuales.

— La autoconciencia no puede dejarse atrás; debe permanecer como la base de toda la teoría y la práctica.

— Los pequeños grupos locales de autoconciencia, dónde las mujeres pueden crear confianza y solidaridad, son el microcosmos de la manera en la que queremos cambiar la sociedad. Cada mujer debe asumirse como capaz de tomar responsabilidad.

— Nuestras ambiciones personales incluyen cambiar la totalidad de nuestras vidas individuales. Ningún cambio es tan trivial o tan fundamental que deba esperar hasta después de La Revolución.

— Pero también sabemos que lo político no es personal: no puede haber una mujer liberada. No hay un «estilo de vida liberado» porque: ninguna mujer es libre hasta que todas lo seamos.

— Hemos estado divididas por mucho tiempo, la solidaridad entre hermanas es importante, especialmente con respecto a los hombres. Esto significa tomar siempre el lugar de la mujer, y no ser despreciativas entre nosotras. Significa reconocer que cuando las mujeres hacen cosas que mantienen su opresión no estamos colaborando o siendo estúpidas, sino simplemente intentando seguir adelante lo mejor que podemos en la situación dada. (Esta es la línea pro-mujer.)

— Rechazamos la jerarquía y el sistema de «las estrellas». Ninguna persona o grupo de personas puede hablar por el movimiento.

— Nuestro interés con respecto a la acción política no está en cambiar las leyes, sino en el agitprop y la organización en movimientos de bases. Definitivamente no está en conseguir que otras personas cambien las cosas por nosotras; está en conseguir ser lo suficientemente fuertes a través de la acción colectiva para forzar que se hagan cambios.

— Buscamos disfrutar de cualquier cosa que hagamos mientras la estamos haciendo.

*Nota: Este título se refiere a la famosa frase de Robin Morgan «Somos las mujeres sobre las que nos han advertido los hombres» en su artículo llamado «Goodbye To All That…»

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Comentario de Ananda al texto:
He rescatado este pequeño texto, que es uno de tantos manifiestos de feministas radicales, porque me parece muy significativo para el momento en que vivimos, viendo un paralelismo en ese desarrollo de un movimiento poco explicitado en sus valores y objetivos después de años de supuesta actividad del movimiento. Especialmente veo que adolece de esto la organización del movimiento feminista español que según mi percepción (sesgada en tanto a los efectos que tienen mis enfermedades al estar en contacto con productos que se usan habitualmente en los espacios de acción públicos y la falta de reconocimiento de la realidad de las mismas en esos espacios, implicando estos dos hechos la discapacidad para atenderlos) podría dividirse en las dos vertientes principales de 1, el movimiento en redes y 2, el movimiento institucionalizado. Podríamos hablar también de la tercera vertiente del movimiento asambleario, pero me cuesta llamar a este movimiento feminista porque está cooptado tanto por aquellas que representan los intereses del movimiento institucionalizado como por influencias y lobbies patriarcales, partidos políticos pseudo-feministas y representantes del movimiento por los derechos de los hombres, ya sea que se identifican como ello o no.
Todas estas vertientes de un supuesto movimiento feminista en mi país adolecen de algún punto explícitamente criticado en este manifiesto, y todas se hacen manifiestamente poco radicales aunque en todas ellas muchas mujeres han querido abanderarse como feministas radicales.

En redes sociales hemos encontrado ese «sistema de estrellas» que está facilitando y promoviendo actitudes personalistas, de seguidismo y creación de ídolos que borran de un plumazo la horizontalidad, sirven para acallar voces críticas que hagan llevar el análisis más allá de donde esas caras visibles quieren mantenerlo (hasta donde ellas conocen y hasta donde ellas todavía conservan su estatus, ya que principios tan básicos como este de la horizontalidad dejarían en evidencia la contradicción en sus prácticas), y también para convertir al feminismo en un producto de consumo, en el que se han creado redes clientelares que no hay que ser muy avispada para identificar. Estas prácticas de lucro individual nada tienen que ver con un movimiento feminista que lo que busca es esa liberación colectiva de las mujeres de todas sus opresiones.

En el movimiento institucionalizado (que tantas veces se nutre del movimiento en redes y las redes clientelares forjadas en el mismo, además de influenciarlo y hacer propaganda en él para ratificar su legitimidad representativa), se cae flagrantemente en esa búsqueda de que cambien las cosas por nosotras. Y evidentemente sólo unas pocas cosas y no «la totalidad de nuestras vidas», porque quienes sacan algún beneficio aunque sea parcial del sistema (esas torturadoras token) suelen luchar por mantener ese beneficio. Un movimiento como este que de hecho de base hace sus políticas con los hombres y desde los lugares de poder creados por los hombres (construidos desde la usurpación que se hace desde el dominio… No os preocupéis que no os voy a contar ahora la crítica feminista a la mitología del contrato social, aunque alguna filósofa requiera darle un repaso antes de pedir que se le otorgue ese poder basado en la opresión), en ningún caso puede ser radical, y a una le cuesta mucho verlo como feminista a muchos plazos.

Ante todo, ninguno de estos movimientos genera espacios de «elevación de la conciencia» feministas. La supuesta horizontalidad de las asambleas no lleva a toma de conciencia ni a generar acciones y teorías colectivas que nos lleven a actos de liberación aquí y ahora, a cambiar nuestras vidas colectivamente. Como digo, convenientemente desde distintas influencias se está mermando la capacidad para tomar acciones del gran número de mujeres que se aproximan al feminismo buscando no sólo un partido político, una carrera profesional, una referenta a la que seguir, poder ganar los debates de sobremesa en su entorno social o parar la ley puntual que identifica claramente como opresiva mientras está atada a un patriarcado cruento. La principal herramienta de construcción y lucha feminista radical: los grupos de autoconciencia, han sido convenientemente ensombrecidos y abandonados para perpetuar estructuras de organización patriarcales que van desde la jerarquía de la popularidad al pleno estilo del High School americano (y también español) a la ratificación de la política e instituciones que hacen de base al patriarcado, pasando por un asociacionismo dependiente de las mismas y un movimiento asambleario con pretensiones de horizontalidad completamente mermadas, una manzana llena de gusanos.

Espero que con este texto reflexionemos sobre qué nos falta y los recursos que tenemos ya disponibles simplemente para empezar a actuar. Si pretendemos ser feministas radicales, podemos empezar por dejar de hacer muchas cosas que sabemos que no son radicales e intentar hacer otras que son absolutamente necesarias para un movimiento radical. (Repito sin cansarme: LOS GRUPOS DE AUTOCONCIENCIA)
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